El Ademar termina una
temporada que ha sido brillante en el apartado deportivo, a excepción del
borrón en Berlín, pero calamitosa en el aspecto económico y que puede marcar el
devenir del equipo en los próximos años. Sin querer ser catastrofistas la
situación se presenta compleja, ya que a los problemas actuales de impagos de
nóminas de la temporada que acaba de finalizar, se unen las denuncias de falsificación
de documentos de jugadores del ejercicio pasado. A perro flaco todo son pulgas como decía el otro.
El proyecto deportivo
enfocado a tres años vista ha saltado por los aires, los problemas económicos
obligan a una reestructuración de la plantilla teniendo que dar la carta de
libertad a los jugadores más relevantes a cambio de la condonación de varias
mensualidades sin obtener a cambio ningún tipo de contraprestación económica
por parte del club de destino. No hay otra solución. Las prometidas
subvenciones y ayudas de las Administraciones no han llegado y esto ha generado
el desfase económico, ha destruido el proyecto de un club saneado hasta la
fecha. El futuro a corto y medio plazo
se presenta negro en lo económico y portlandtiano
(Tekantiano o Bidasoaino) en lo deportivo, teniendo que ir acostumbrando el
paladar al noveno, décimo o undécimo puesto.
Presiento, por tanto, que la
travesía por el desierto del Ademar va a ser larga, pero puede que haya una luz
en el horizonte, una luz de esperanza, un resquicio que nos ilumine, que nos
haga creer, que haga de un grupo de jóvenes y algún veterano del Vietnam un
ejército de espartanos, una luz que hace tiempo atrás creó eso que llaman Espíritu Ademar, y que se enfrentaba a
los Goliat sin miedo. Esa luz, es por ahora un espejismo, pero sería un oasis
en medio del desierto que nos espera.
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