domingo, 8 de abril de 2012

PADRES


La figura de padre lleva aparejada la condición de entrenador, eso es innegable. Basta con pasearse un sábado o un domingo por cualquiera de los campos de fútbol o pabellón de cualquier ciudad española para observar cómo todo progenitor que tenga a su pupilo en el terreno de juego imparte instrucciones y se cree en uso de la razón cuando da las indicaciones. Sé que Rafa Nadal ha hecho mucho daño en los hogares españoles, que su historia ha calado muy profundo en las cabezas de todos los padres de este país que creen que poniéndole una raqueta, balón o bicicleta al niño/a según sale del vientre de la madre van a tener a un Jordan, Messi o Induraín. Estos genios salen en una proporción de uno entre un millón y entiendo que todo padre tenga la ilusión de poder sentarse en un palco de la pista central de Wimbledon, del Bernabeu o estar en el box de Ferrari, pero la sociedad debe naturalizar esta situación y darle la importancia que realmente tiene. 
En este país, si hiciéramos una encuesta a los padres sobre qué futuro quieren para sus hijos, una mayoría del 80% diría que deportista profesional, estoy convencido. Curioso el dato, que nos demuestra el status social que posee el deportista en la actualidad y la importancia del deporte en este país en comparación con otros países que no invierten tanto en deporte pero que económicamente son más estables que España.   

Quiero terminar aconsejando a todos los padres de España que cedan las competencias en cuanto a deporte se refiere a sus entrenadores y educadores, que disfruten viendo a su hijo/a practicar el deporte que sea, que en edades de formación el resultado no es lo importante (punto este en el que hay que hacer especial hincapié ) y que no agobien a los niños poniéndoles los VHS de cuando el Real Madrid ganó la séptima, la octava o la novena, el DVD de la final de Wimbledon entre Rafa y Federer o los cinco Tour de Induraín. Ahora toca Dora la exploradora, Bob Esponja y Los Gormiti. Lo que tenga que ser, será.

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